Hoy salió publicado en el Correo de Andalucía un reportaje realizado por César Rufino sobre los argentinos en Sevilla. Aquí les dejo la parte que habla de un servidor. La foto la tomó José Manuel Cabello el jueves pasado en el bar. Junto a mi historia salen las de otros compatriotas que también relatan sus vivencias en esta ciudad. Pero en la web solo ponen mi parte y la de otro muchacho. Si le hacen click aquí acceden a la web del Correo: HACER CLICK AQUÍ. Salud y saludos para todos, Nacho.
El truco. «Dejé las 'she' para no perder tiempo»Nacho Maciel tiene 36 años, lleva cinco en Sevilla y es camarero (en Argentina, publicista). Nació en Morón, a 30 kilómetros de Buenos Aires. También allí hay una base aérea y una plaza con un gallo. Vino porque se enamoró por internet de Ana, una paisana suya que vivía aquí. Llegó justo el día en que empezaba la Feria y lo primero que conoció de Sevilla fue una caseta de bote en bote. A partir de ahí, su adaptación a toda clase de fiestas locales ha sido asombrosa. El suegro lo colocó en su bar de Triana. “Cuando había mucho jaleo cambiaba mi acento argentino para no perder tiempo. Yo me acercaba a una mesa y si al cliente le decía ensaladisha, salía inevitablemente el comentario: «Huy, eres argentino, boludo...» y cosas por el estilo”.El amor no entiende de papeles, por lo que durante dos años estuvo esquivando toda clase de encuentros con la autoridad, hasta que al fin arregló su situación. Se nota que es un hombre resolutivo. Por ejemplo, tiene el rostro mínimo indispensable para arrancarse, por algún que otro local de copas, como cantautor argentino si alguien lo presenta como tal. Lo que más lo sorprendió fue encontrarse en El Cerro del Águila una peña bético-sevillista, La Única. Si hay algo inconcebible para un argentino es que no exista cierto grado de cordial enemistad a muerte entre aficiones. Pero se le pegó y ahora se define como sevillanista. Hincha, claro. Acostumbrado a tener espacio vital, la vida de pareja en un piso de la calle Castilla y con dos perros se le antojaba asfixiante. “Todo dependía de esperar, tener paciencia y proyectar las cosas. Algo que aquí es fácil hacerlo cuando vienes de un lugar en donde esas simples cosas son imposibles.” La mejoría le llegó con el tiempo y con la concesión del carné de conducir. “Un argentino es, aunque suene medio patético, feliz con sus asados (barbacoa). Cuestión que compramos un auto barato pero servicial y nos mudamos a Gelves. A partir de ahí nuestra felicidad en Sevilla se multiplicó por mil. Cerca de la ciudad, un pueblo con vida de pueblo. Qué placer. A Buenos Aires he viajado dos veces desde que vivo aquí y cada vez que vuelvo a mi país, que es sólo por ver a mis padres, hermanos y sobrinos, extraño más la vuelta a Sevilla. Siempre bromeo con mi mujer y le digo: «El día que esté por palmarla llévenme a Morón de la Frontera, así en mi lápida se podrá leer: Nació en Morón, provincia de Buenos Aires, y murió en Morón, provincia de Sevilla». Puede que sea el primero en lograrlo.”
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Hace 6 años