Acabo de ver un informe en la televisión argentina sobre el paso de la antorcha olímpica por Buenos Aires. Más allá del tema político por el problema tibetano y la expectativa que generaba el ver qué podía ocurrir en Argentina luego de lo visto en Francia o EEUU, algo me llamó la atención. Ver a Manuel Contepomi (rugbier) o a Eduardo Romero (golfista) llevando una antorcha olímpica de unos juegos que dejan fuera a deportes como el rugby o el golf me pareció fuera de foco. Ya se que algunos me dirán que estaban representado al deporte argentino y lo se, eso es obvio, pero me parece al menos raro, es como que no me cuadra. También me causo gracia, sin sorprenderme, el ver una placa de crónica tv que ponía: "Arrojan bombitas de agua a la antorcha olímpica". Impresionante. Como siempre exageramos las cosas y ahí está... la antorcha pasó y se fue. Y luego Buenos Aires se despertó cubierta de humo, pero esta vez no fue por la antorcha olímpica. Me pregunto ahora: Este fin de semana, en los aledaños de los estadios de fútbol... ¿Se habrá notado el olor a choripán?
El aburrido paso de la antorcha por Buenos Aires y la sanata típica argentina que acompaña a unas imágenes largas, tediosas y repito, aburridísimas.
Diálogo con hija de 4
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